El mercado de la construcción o parte de él, en
algunas oportunidades se percibe como una especie de mercado de “comodities”, es decir, que no habría una
clara distinción o diferenciación entre las empresas y el producto que nos
pueden entregar, por ejemplo: el concreto producido por la empresa A es igual
al concreto producido por la empresa B.
Esta situación en el caso de llevar adelante un contrato o proyecto nos
lleva en ocasiones al error de decidir sólo considerando el precio del producto
terminado o servicio, sin tomar en cuenta la forma en cómo se materializa la sustentabilidad
de un precio bajo, y también dejamos de lado la evaluación del proceso o
servicio ofrecido en su integridad.
Al pensar en la toma de decisiones sólo por
precio, se me viene a la memoria la frase de un colega que decía, por obvio que
pueda parecer: “las cosas valen lo valen”.
Lo que implica esta frase es que si en construcción compramos un
producto a un precio menor de lo habitual y no existe un respaldo sustentable
para justificar el menor valor, al final siempre vamos a terminar pagando el
equivalente al precio de mercado y en muchas ocasiones inclusive un precio
mayor con otras consecuencias asociadas, tales como: incumplimiento de plazos,
pérdida de imagen y, algo que se vuelve cada vez más importante, eventual impacto
y reacciones de la comunidad en caso que se vea afectada por los
incumplimientos.
Esto nos lleva entonces a pensar en qué forma
podemos disminuir nuestros precios de manera sustentable, y que efectivamente
podamos justificar y respaldar tal disminución.
A este respecto me gustaría citar dos conceptos básicos planteados y
analizados por Michael Porter (1998):
a)
Dejando de lado las consideraciones de impuestos o financieras, que
pueden afectar la ecuación del margen en una empresa, en términos simples el margen
será igual al precio de venta menos los costos.
De esta forma Porter plantea que para aumentar nuestro margen debemos
diferenciarnos dentro del mercado de tal forma de poder fijar un precio mayor o
disminuir nuestros costos mediante el aumento de nuestra eficiencia, o la
aplicación de ambos. Haciendo un
análisis sobre la base de este planteamiento, respecto de la industria de la
construcción, podríamos argumentar que si consideramos el precio como una
suerte de “comodity”, con poca
flexibilidad para su variación, y que nuestro primer objetivo será disminuirlo,
entonces deberemos enfocarnos en el margen o en los costos. Muchas empresas optan por bajar el margen,
sin embargo, esto no aporta valor a la empresa sino que más bien podríamos
considerar que lo destruye; por tanto, sólo nos queda la opción de mejorar
nuestra eficiencia para disminuir los costos, buscanso a su vez la posibilidad
de hacerlo de manera sustentable generando una ventaja competitiva.
b)
Porter establece que: la competitividad radica en la posibilidad de
crear valor y ser único; y no necesariamente enfocarse en ser el mejor o
derrotar a la competencia. Esta idea nos
lleva al concepto de colocarnos metas internas que agreguen valor, lograrlas y
volver a definir nuevas metas aplicando lo que podríamos entender como el
concepto Kaizen (Imai, 1986); este concepto nos introduce a una filosofía de
producción que se funda en la dinámica
del “Cambio para Mejor” o “Mejora Continua”.
Esta filosofía nos conducirá en el mediano o largo plazo a una
disminución de los costos y probablemente a algún tipo de diferenciación
creando una ventaja competitiva para nuestra organización.
Entonces nuestro desafío se centrará en cómo
podemos cumplir con estos dos conceptos básicos. Son muchas las herramientas que podemos o
podríamos aplicar; no obstante, en lo particular me parece que hay dos que son
estratégicamente poderosas:
a)
Implementación de la Dirección de Proyectos según el PMBOK®: El Project Management Institute (PMI)® nos
presenta un sistema de gestión y dirección de proyectos que nos permite salir
de la “administración por tradición” y nos lleva a una gestión organizada y
estructurada, una gestión que podríamos catalogar como “industrializada”.
b)
Implementación de la Gestión de Calidad Total (Total Quality
Management, TQM): para lograr la aplicación de la mejora continua
necesariamente debemos de implementar conceptos y procesos que van mucho más
allá de lo que habitualmente comprendemos y aplicamos en la construcción; que
básicamente se centra en el cumplimiento del control de calidad respecto de los
parámetros específicos del producto, dejando de lado principios fundamentales que
son asociados a la implementación de un sistema sustentado por la calidad
organizacional tal como lo establece el TQM.
Naturalmente la implementación de estos
sistemas en nuestra empresa o proyecto requerirán de una adaptación, en
ocasiones estructural, de tal forma que podamos lograr los mejores resultados
posibles dentro de nuestros objetivos.
En resumen, entonces podríamos decir que,
para lograr un grado de eficiencia tal que nos permita competir en mejor forma
en un mercado que está marcado por una fuerte tendencia a la estandarización,
necesitamos crear ventajas competitivas que nos permitan disminuir nuestros
costos, otorgándonos a su vez la posibilidad de aumentar nuestro nivel de
servicio y satisfacción al cliente, y esto lo podremos materializar mediante la
aplicación de técnicas y herramientas tales como las provenientes de la
implementación de un sistema de gestión de proyectos acompañado de un sistema
de gestión organizacional de calidad total.
(Escrito para BS Grupo el 4 de enero de 2013.)
Referencias:
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